Ciberseguridad

Uso de códigos QR recibe impulso por el coronavirus, pero es bueno tener cuidado antes de escanear

Por Ramón Rivera Notario
Son códigos de barras diseñados para ser leídos rápidamente por un smartphone -por eso su nombre de códigos QR, por “quick response code”, o “código de respuesta rápida”- y que, a diferencia de los códigos de barras originales presentes principalmente en envases de productos para tiendas y supermercados -que solo contienen números-, permiten “transmitir una gran cantidad de información, como direcciones de páginas web, textos e información de contacto, entre otros”, y, además, están diseñados para que puedan ser leídos incluso si se deterioran, explica Andrés Peñailillo, oficial de seguridad de la información (CISO) de la Universidad de Chile.

Por su alta capacidad para contener información y la facilidad de su lectura, se ha implementado su uso a raíz de la pandemia proveniente del coronavirus en documentos como el Pasaporte Sanitario -necesario para ingresar a Chile y a los sectores del país con cordón sanitario- y los permisos temporales emitidos por la Comisaría Virtual. También es ampliamente usado en China para realizar pagos digitales sin contacto, algo que está generando mayor interés en el mundo, pues el objetivo es reducir la necesidad de tocar dinero o superficies que puedan propagar el virus.

Creados por una subsidiaria del grupo Toyota en 1994, 25 años después “los códigos QR son realmente populares y los podemos ver en todo tipo de sitios: anuncios publicitarios, tiendas en línea, boleterías y cupones, entre otros”, indica Dmitry Bestuzhev, director del Equipo Global de Investigación y Análisis en Latinoamérica de Kaspersky. Agrega que son el método “más fácil y barato” de enlazar el mundo real con el virtual, ya que para escanearlos basta tomarle una foto al QR y contar con la aplicación respectiva -la que en muchos teléfonos incluso viene incluida de fábrica con la cámara-.

Asimismo, estos elementos “son muy usados como información de validación de pasajes aéreos, conciertos o teatro, por ejemplo, ya que contienen información bidimensional -dado que se lee a lo largo y a lo ancho, a diferencia del código de barras original, de una dimensión-, lo que aporta más parámetros de validación”, complementa Marcelo Díaz, gerente general de Makros. A fines del año pasado, incluso, se empezó a usar la lectura de un QR como medio de pago en nuestro país.

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